


La volatilidad del quórum
"Cuando el oficialismo clausura el diálogo y selecciona la agenda a su medida, el quórum deja de ser una certeza para convertirse en el último refugio de la representación democrática."
Opinión20/12/2025 Por Soledad Bernardi *




Lo ocurrido este jueves en la Legislatura de Río Negro no debe interpretarse como un simple desplante de la oposición, sino como una respuesta institucional necesaria frente a un manejo arbitrario de la agenda pública. La decisión de diversos bloques de no dar quórum pone de manifiesto una crisis de representatividad: cuando el Ejecutivo utiliza su facultad de convocatoria a extraordinarias no para resolver urgencias sociales, sino para privilegiar exclusivamente a sus socios políticos, la Legislatura deja de ser un cuerpo deliberativo para convertirse en una escribanía de facción. La actitud de la oposición se convierte así en una respuesta institucional frente a un oficialismo que confunde su facultad de administrar la agenda con un derecho de exclusión sobre el resto de la representación popular.
El quórum como técnica de resistencia
Desde la ciencia política, George Tsebelis define a los "actores de veto" (veto players) como piezas fundamentales para la estabilidad democrática. En este marco, el quórum no es una simple formalidad numérica ni una anomalía, sino un mecanismo institucional clave que impide que una mayoría circunstancial aplaste la pluralidad de voces. Es, en esencia, una garantía de equilibrio. Sin embargo, el oficialismo rionegrino ha intentado imponer lo que Robert Dahl denomina una "tiranía de la agenda", donde el Poder Ejecutivo, a través del Decreto 1059/2025, decide "tabicar" el debate parlamentario para incluir únicamente proyectos de sus socios políticos.
Al ignorar de manera deliberada iniciativas urgentes de la oposición —como la emergencia en seguridad, salud y la declaración de la educación como servicio esencial—, el Gobierno rompe el pacto de representación y fuerza a los bloques
opositores a actuar como "minorías intensas". Como bien señala la investigadora Mariana Llanos, en sistemas donde el hiperpresidencialismo intenta cooptar la labor legislativa y clausura el diálogo de manera previa, la ausencia se convierte en la única forma de protesta efectiva. Así, retirarse del recinto no es un abandono de tareas, es en última instancia, el derecho y el deber de no convalidar con la presencia un simulacro de debate que ignora los temas que realmente preocupan a la ciudadanía.
Antecedentes y el espejo de la historia
El uso del quórum como técnica de resistencia tiene una larga tradición y sustento académico. Robert Dahl advierte que el control discrecional de la agenda es una de las formas más sutiles y peligrosas de autoritarismo. En Argentina, esta práctica de retiro del recinto ha sido validada históricamente por la jurisprudencia como una "cuestión política no judiciable", entendiendo que el Parlamento es soberano en sus formas y que el quórum funciona como la moneda de cambio natural de la negociación política.
Sin embargo, al control arbitrario de la agenda en Río Negro se le suma hoy un componente de profunda hipocresía política. Resulta llamativo que el oficialismo de Juntos Somos Río Negro califique de "antidemocráticos" a quienes ejercen una resistencia parlamentaria legítima, cuando sus propios referentes nacionales poseen un historial documentado en el uso de esta misma herramienta. El caso del ex diputado nacional Agustín Domingo es paradigmático: en el Congreso de la Nación, el oficialismo rionegrino no dudó en retacear el quórum cuando la agenda nacional no se ajustaba a sus intereses. Esta contradicción no sólo lesiona la coherencia discursiva, sino que revela una visión oportunista de las instituciones: ¿cómo se explica que en Buenos Aires el bloqueo del quórum sea "defensa del federalismo" y en Viedma sea un "atentado a la democracia"? Para este oficialismo, las reglas y la ética parlamentaria parecen ser válidas únicamente cuando les favorecen.
Deber de asistencia vs. Deber de representación
El deber de asistencia de un legislador no es una obediencia ciega para dar número a los caprichos del poder de turno. Es, ante todo, un deber de representación. El compromiso con los ciudadanos que representa nuestro Bloque PRO nos obliga a no permanecer en una sesión donde se pretende dar prioridad a proyectos de facción.
El vacío de las bancas fue, en realidad, un acto de presencia constitucional. Fue ladenuncia de que el Parlamento no es una propiedad privada del Ejecutivo, sino el lugar donde todas las voces deben ser escuchadas.
La legitimidad de una ley no nace simplemente de la acumulación de votos, sino de lacalidad y la apertura del proceso deliberativo que la precede. En este sentido, lademocracia rionegrina se debilita cuando el diálogo genuino es reemplazado por un decreto selectivo, convirtiendo al Poder Legislativo en una ventanilla exclusiva para los aliados del Ejecutivo en lugar de ser el espacio de todos los ciudadanos. La utilizacióndel quórum como herramienta de protesta es, en última instancia, un llamado deatención necesario para que el principio de igualdad legislativa y el respeto por la
pluralidad de voces, sean la verdadera defensa de la institucionalidad y la esencia misma del sistema representativo.
El oficialismo debe entender que el quórum será volátil mientras se intente cimentar sobre la exclusión. Para recuperar la dinámica deliberativa, primero deberán recuperar el respeto por la agenda de todos los rionegrinos.
*Profesora de secundaria. Miembro del Consejo Directivo PRO Río Negro. Asesora legislativa Bloque PRO
Unión Republicana.







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