Estimados lectores: el caso que voy a contarles a continuación no es una fantasía literaria, sino la compleja verdad de un habitante de la Patagonia.
Siendo una señora de edad superior a los 70 años, con una pareja de similar edad, decidimos este año comenzar nuestro usual período de vacaciones en Las Grutas tomando el Tren Patagónico hasta San Antonio Oeste, llevando nuestro auto para tener movilidad en destino. Aclaro que el auto es un vetusto complemento de nuestra vida, con sus 26 años, y totalmente incapaz de trasladarnos a salvo por la Ruta 23, inaugurada reiteradamente por diversos presidentes, pero sin terminar su pavimento. Pero eso es otra historia…
Mes de octubre: vamos a la estación del FFCC de Bariloche, a comprar los pasajes con tiempo y comenzar a planear las vacaciones. Respuesta: “Estamos autorizados a vender los pasajes del mes en curso y el siguiente solamente. O sea que los primeros días de noviembre abriremos la venta para diciembre”.
Mes de noviembre: según las instrucciones, volvemos a la estación. La respuesta esta vez fue “Todavía no se abrió la venta, y no sabemos en qué fecha se abrirá”.
Debo aclarar que en todo momento los empleados de la estación fueron pacientes, considerados y amables. Nos dieron el número de whatsapp de la boletería para que pudiéramos hacer consultas por ese medio. Tenemos el registro en nuestro teléfono de todas las consultas que realizamos, para finalmente, a punto de darnos por vencidos, conseguir nuestros pasajes el día 23 de noviembre. Pensamos -erróneamente- que podríamos comprar ida y vuelta, como se hace habitualmente. No, la vuelta del 3 de enero se abriría a principios de diciembre. Preguntamos si abrirían la venta antes del 15 de diciembre, fecha de nuestro viaje hacia la costa. No sabían. Consultamos por teléfono reiteradas veces, sin respuesta positiva. Fuimos a la estación a pedir que, debido a la situación descripta, al menos se nos permitiera hacer una reserva para el regreso. La hicieron.
Mes de diciembre: 15 de diciembre, momento de viajar, y en lugar de estar felices y relajados como quien inicia sus vacaciones, estábamos con el corazón en un puño. Pero ya estábamos jugados. Fuimos temprano a la estación, despachamos el auto y fuimos a la boletería a pedir una constancia escrita de nuestra reserva, o pagar y obtener nuestros pasajes. Nos enviaron un whatsapp con la imagen de nuestra reserva, pero sin posibilidad de pagar. Nos aseguraron que cuando se abriera la venta podríamos pagar y retirar los pasajes en San Antonio Oeste.
Llegamos a San Antonio Oeste, descargamos el auto y fuimos a la boletería para intentar finalizar el trámite. Otro error: la vuelta programada, para el 3 de enero, aún no estaba abierta. Muy amablemente, nos dieron el whatsapp de SAO para nuestras consultas. La venta de pasajes se inició el 18 de diciembre, y Bariloche nos envió un mensaje al respecto. Salimos inmediatamente para San Antonio. Nos presentamos en la boletería, documentos en mano. Otro error: el sistema tenía cargados los pasajes humanos, pero no el vehículo. Había una reserva de vehículo sin nombre, presumiblemente la nuestra, pero el número de reserva no coincidía con el que nos habían enviado y el sistema no permitía emitir facturación sobre ella. Después de media hora de idas y venidas dentro del sistema informático que poseen (el que imagino igual al de Los Picapiedras) la jefa de la estación llamó por radio a Bariloche, después por teléfono, y finalmente consiguió rescatar nuestra reserva.
Juro que cuando tuvimos los pasajes en la mano los miramos como si fueran la concreción de un milagro. Y luego comenzó a funcionar la maquinita interna que llamamos cerebro: vivimos en un continuo estado de stress durante dos meses, sólo para obtener dos pasajes de tren, algo que en países normales se obtiene en 30 segundos presionando un par de botones en una expendedora digital. Invertimos la energía y el esfuerzo de varios empleados de la empresa, que trataron de ayudarnos cuando las decisiones del su departamento de comercialización -o como se llame- se lo impedían.
El caso descripto no es grave, eran unas simples vacaciones. Pero pensé en los pobladores de la línea Sur, que necesitan acudir a Bariloche o a Viedma por razones médicas, legales, familiares, comerciales. Se les está negando la posibilidad de planificar una intervención quirúrgica, un encuentro con seres queridos, la firma de un documento importante. Y mientras ellos esperan pacientemente la posibilidad de que, cuando se abra la venta de pasajes, la oficina central en Viedma no los haya vendido todos anticipadamente. Sí, porque se publicita en las redes sociales y otros medios un viaje turístico cruzando la Patagonia … ida y vuelta, por supuesto.
Jamás envié una nota a ningún medio de difusión, pero esta vez sentí que el manejo comercial de la empresa muestra una ineficiencia operativa y una indiferencia hacia los pobladores de la Línea Sur, quienes al fin y al cabo son sus clientes durante todo el año, que genera desesperanza, bronca, desilusión, y la sensación de ser discriminados…muy triste.
Algunos amigos y conocidos que se han encontrado con las mismas situaciones que nosotros han recurrido a lugares como Defensoría del Pueblo o Defensa del Consumidor. Yo he preferido este medio.
Gracias, y disculpas por la extensión de esta presentación.
Graciela Montero
Bariloche
DNI 10442260