(AUDIO) El "Sueño Italiano" de un cerrajero de Viedma: Carlos Chiappe vuelve, extrañando el asado y el mate espontáneo
Después de casi dos años de una ambiciosa experiencia en el norte de Italia, Carlos Chiappe, conocido cerrajero de Viedma (dueño de la cerrajería Juba), ha regresado a la Argentina. Lo que él mismo definió como una “cuenta pendiente” personal y un desafío profesional, terminó siendo una lección de vida que culminó con el retorno al país, aunque dejando parte de su familia afincada en Europa.
Chiappe, cuya profesión adora y de la cual vive, viajó a Italia con el objetivo de replicar su trabajo. La elección de la ciudad fue Torino (Turín), al norte de Italia, siguiendo la recomendación de que esa zona era comercialmente más "soluble" y ofrecía más opciones.
De "Juba" a "Master Chiavi"
La aventura italiana de Carlos Chiappe duró casi dos años. Aunque inicialmente buscó trabajo en el rubro, terminando su primer empleo en una empresa de jardinería, finalmente logró su objetivo de abrir su propia cerrajería. El nuevo negocio se llamó Master Chiavi.
La elección del nombre no fue casual: el nombre de su negocio original en Viedma, "Juba", no cerraba en Italia porque la letra "J" no se pronuncia o no se entiende en el idioma italiano.
La apertura de un comercio resultó ser mucho más complicada en Italia que en Argentina, con "muchas más exigencias" del estado. Un ejemplo notable fue el costo de la publicidad visual: poner un cartel afuera implicaba pagar una fortuna por el "espacio público de vista" (se paga por metro cuadrado de exhibición al estado), por lo que terminaron optando por un cartel más sencillo de lo que él pretendía.
Un factor clave que simplificó el proceso de apertura fue que su socio ya contaba con otras empresas, facilitando el acceso a mecanismos y contadores necesarios para operar.
Innovación Argentina en Turín
La cerrajería Master Chiavi, ubicada en una zona céntrica de mucho tránsito cerca del Palacio de Justicia, llamaba la atención de los italianos. Carlos trasladó a Italia el tipo de servicio que ofrecía en Argentina.
El servicio que más asombró a los locales fue la reparación. En Italia, la reparación de llaves o cerraduras del automotor simplemente no existe; la práctica es deshacerse de lo roto y reemplazarlo por algo nuevo.
"Allá lo que no existe es la reparación de las llaves o reparación de las cerraduras del automotor. Allá no se hace. Se tira y se pone nuevo," explicó Chiappe en FM DE LA COSTA.
Chiappe y su equipo, en cambio, se dedicaron a arreglar. Esta metodología era tan diferente que generaba incredulidad en los clientes y hasta discusiones con mecánicos que no podían creer que una pieza pudiera desarmarse, repararse y volver a armarse. Reparar una pieza podía costar mucho menos que cambiarla por una nueva, lo cual, considerando que un sueldo normal allá ronda los 1.500 euros, representaba un ahorro significativo.
El Peso de la "Argentinidad"
A pesar del éxito profesional (la cerrajería quedó armada y operando en Turín), el regreso de Carlos Chiappe se debió a una profunda diferencia cultural: la falta de espontaneidad en las relaciones sociales.
La vida social italiana, según Carlos, es muy diferente a la de Viedma o Argentina en general. No existe el saludo casual o la visita sin previo aviso: "Allá no existe el ‘a tu amigo ¿Qué haces? Estoy en casa pasa 2 minutos mate.’ Allá no existe," comentó Carlos.
Incluso visitar a parientes requiere organización con semanas de anticipación, ya que caerle a alguien sin avisar se considera una "falta de respeto total". Esta carencia social fue tallando en la decisión de volver.
Hace unos días Carlos regresó. Lo primero que hizo fue "respirar el aire nuestro". Aunque reconoció haber visitado lugares hermosos (Barcelona, Francia, la Costa Amalfitana cerca de Salerno, donde se metió al mar), afirmó: "no hay como Viedma".
La Familia Dividida: Un Gladiador del Handball y Sueños de Niñera
Carlos tiene seis hijos. Los dos mayores se quedaron en Viedma a cargo de la cerrajería, mientras él viajó con su esposa y tres de los más chicos: Valentina, Máximo y Franco.
Actualmente, la familia está dividida por compromisos y sueños cumplidos:
1. Máximo (20 años): Se quedó en Italia como jugador de Handball. Tras jugar una temporada en el club Ferrarín de Milano (viajando dos horas desde Torino), fue contratado por el club Lanzara de Salerno. Juega en la Primera División de Handball de Italia y tiene contrato, sueldo y casa, lo que en Argentina se consideraría profesional.
2. Mateo (23 años) y Camila (Nuera): Ambos se quedan en Italia de manera definitiva. Mateo trabaja como chófer en una empresa de limpieza, y su pareja, Camila, está cumpliendo su sueño de ser niñera para una familia de empresarios. El contrato de Camila implica que debe viajar con la familia por el mundo (por ejemplo, a Formentera).
3. La Esposa: Ella consiguió un "muy lindo trabajo" en una escuela de monjas (por la tarde) y cuidando a una persona (por la mañana). Está comprometida a cumplir su contrato hasta el próximo año, ya que en Italia, el cumplimiento contractual es respetado.
Carlos ve a sus hijos muy comprometidos con sus nuevas vidas y sus sueños. Por ejemplo, Máximo logró competir en las pistas de los mundiales de Milán.
El Regreso y el Shock Inflacionario
Al pisar Buenos Aires, Carlos se enfrentó a la nueva realidad económica argentina. El choque fue tan grande que no comprendía los precios.
"Fui a comprar a Buenos Aires para comprar unas empanadas y me dicen 1.000 pesos y yo no entendía cómo 1.000 pesos, me parecía muy poco para una docena, pero jamás me imaginé que una empanada salía 1.000 pesos," relató.
De hecho, tuvo que disculparse por preguntar si el precio de 1.000 pesos era por la docena, solo para ser informado de que ese era el precio de una sola empanada, e incluso le comentaron que era barato en ese lugar, con otros comercios vendiéndolas a 2.500 pesos.
Ahora, de vuelta en Viedma, Carlos Chiappe se encuentra buscando trabajo con sus hijos mayores, quienes estuvieron a cargo de la cerrajería mientras él estuvo fuera. A pesar de los logros y el estilo de vida europeo, el afecto por el asado y los amigos espontáneos terminó siendo el factor decisivo que lo trajo de vuelta.