Viedma Por Mauricio Failla y Veronica Seijas 05/05/2025

¿Se fueron los loros del Balneario El Cóndor?

Pasamos otro verano en el Balneario El Cóndor con un enero repleto de pichones y volantones de loros barranqueros, esos loritos de pico blanco que tanto llaman la atención a los veraneantes que nos visitan. Y, de repente y sin precio aviso, en febrero el silencio se hizo escuchar: este año nuestros loros decidieron migrar masivamente. Las playas y acantilados quedaron en silencio. Incluso las calles del balneario, donde duermen y parlotean literalmente miles de loros cada noche, sonaban distinto. ¡Casi no vimos loros en todo febrero! Es como venir al mar y no escuchar en semanas una sola ola golpear la playa.

Este fenómeno, que estamos estudiando pero aún no logramos comprender del todo, es realmente llamativo y nos llena de preguntas:

¿Por qué algunos años los loros migran y otros no? ¿A dónde van?

Aunque aún no lo sabemos totalmente, hay algunas posibles explicaciones que continuaremos investigando.

Como lo hacen muchos animales, los loros barranqueros podrían al terminar la temporada reproductiva, cuando sus pichones ya vuelan en enero, para ir en busca de frutos y semillas de los pocos parches de Monte nativo que quedan más al norte del Río Negro. Incluso podrían estar enseñándoles a las nuevas generaciones las mejores técnicas de vuelo, mostrarles donde queda aun Monte para buscar comida, y hasta como evitar a los depredadores. Después de todo, los pichones dependieron completamente de sus padres durante casi dos meses entre noviembre y diciembre, cuando vivían en sus cuevas sin aún poder volar.

Afortunadamente, como sucede los años que los loros deciden migrar, a mediados de marzo comenzaron a regresar las primeras familias. Y hoy, casi a fines de abril, la gran mayoría de los nidos están ocupados por sus dueños. Y los árboles y cables de El Cóndor volvieron a su ritmo y sonido normal: ¡tenemos nuevamente miles y miles de loros parloteando cada anochecer!

Los loros barranqueros han vuelto una vez más de sus paseos veraniegos. ¡Este será otro año bien colorido, con esos cielos y acantilados colmados de plumas azules, verdes, rojas y amarillos! Pero nos queda saber qué decidirán hacer el próximo verano. Migrar o no migrar pareciera ser una cuestión que ellos debaten cada año sin que aún logremos nosotros los humanos poder predecirlo.