El puente ferrocarretero cumple hoy 93 años

Viedma17/12/2024
tren patagonico puente ferrocarretero
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El 17 de diciembre de 1931 se inauguró una de las infraestructuras más significativas para la Patagonia argentina: el puente ferrocarretero que une las localidades de Viedma, en Río Negro, con Carmen de Patagones, en la provincia de Buenos Aires. Más que una simple obra de ingeniería, este puente fue y sigue siendo un símbolo de integración territorial, económica y cultural. Su impacto trascendió el ámbito local y se extendió hacia el corazón de la Patagonia, facilitando el desarrollo de una industria que se convertiría en uno de los pilares de la región: el turismo en San Carlos de Bariloche.

En los albores del siglo XX, las distancias en la Patagonia eran vastas, y los ríos, como el imponente Río Negro, eran muchas veces una barreras para la acción del desarrollo. La construcción del puente ferrocarretero, que servía tanto para el tráfico ferroviario como para el vehicular, fue un logro monumental para su época. No solo permitió conectar las dos localidades ribereñas, sino que integró a toda la región con el ferrocarril que venía desde Buenos Aires. Esta obra posibilitó una circulación de personas y mercancías mucho más eficiente y constante, potenciando el intercambio comercial y la movilidad social.

Antes de su inauguración, el transporte de productos y pasajeros dependía de balsas y embarcaciones precarias, sujetas a las inclemencias del clima y a las crecidas del río. Con el puente, la conectividad se volvió predecible y segura, garantizando el flujo continuo de bienes esenciales y estableciendo una ruta más directa y eficiente hacia el interior patagónico.

La llegada del ferrocarril a la Patagonia, facilitada por el puente, fue un motor determinante para el turismo en San Carlos de Bariloche. A partir de 1934, con la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, Bariloche comenzó a perfilarse como un destino turístico de naturaleza y aventura. Pero para que los visitantes llegaran desde las grandes ciudades del centro del país, hacía falta una infraestructura de transporte sólida y eficiente.

El puente ferrocarretero permitió que el tren cruzara sin interrupciones . A medida que el ferrocarril se fue extendiendo hacia el oeste, más turistas pudieron acceder a los paisajes majestuosos de la cordillera andina. Viajar en tren hasta Bariloche no era sólo una travesía, sino parte integral de la experiencia turística, donde se admiraban los cambios del paisaje desde las llanuras hasta los bosques y montañas.

Este flujo constante de turistas fue clave para el desarrollo económico de la región. Pequeños emprendimientos hoteleros, restaurantes, comercios de artesanías y servicios de guía florecieron gracias a esta conexión ferroviaria. El turismo, a su vez, generó empleos e impulsó la preservación del patrimonio natural y cultural, posicionando a Bariloche como uno de los destinos más icónicos y exitosos de Argentina hasta el día de hoy.

El puente ferrocarretero Viedma-Patagones representa más que una solución logística. Es un símbolo de unidad nacional, de la necesidad de tender vínculos entre regiones distantes y de garantizar el acceso equitativo a las oportunidades de desarrollo. Obras como esta no sólo conectan puntos en el mapa, sino también personas, culturas y economías.

A casi un siglo de su inauguración, su legado sigue vigente. La estructura de hierro y rieles es una constante recordatoria de lo que se puede lograr con visión integradora y planificación a largo plazo. Hoy, cuando celebramos su historia, también reflexionamos sobre la importancia de seguir invirtiendo en infraestructura que fomente la cohesión social y el desarrollo sostenible de la Patagonia y del país en su conjunto.

En un mundo donde las distancias se acortan con tecnología y transporte, el puente ferrocarretero nos recuerda que las verdaderas conexiones son aquellas que perduran en el tiempo y que generan progreso para todos, porque como símbolo es el mejor ejemplo para advertir que el verdadero motor del desarrollo es la integración como acción constante y permanente.

FUENTE: Legislatura de Río Negro

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