Sufrió lesiones físicas y psicológicos tras un accidente en un laboratorio escolar: docente condenada por negligencia

La familia de la joven denunció la negligencia de la docente y la falta de protocolos de seguridad en el establecimiento educativo, lo que llevó a un proceso judicial que finalmente reconoció la responsabilidad del Estado y de la maestra a cargo de la clase.

Según la reconstrucción de los hechos presentada en la demanda, el accidente ocurrió mientras los estudiantes realizaban un experimento con bolitas de malvavisco embebidas en alcohol, que se encendían sobre un pupitre para demostrar un proceso químico.
 
En un momento, la docente tomó una botella plástica con alcohol y, al apretarla a pocos centímetros del fuego, provocó una llamarada que impactó directamente sobre la alumna, causándole quemaduras en el mentón, la boca, la cabeza, el cuero cabelludo y la oreja derecha. Desesperada, la niña corrió fuera del aula en busca de ayuda, hasta que otro docente logró apagar el fuego en su cabello.  

A pesar de la gravedad de la situación, la escuela tardó en informar a los padres. Primero se comunicaron con la familia equivocada, y cuando finalmente lograron dar con los verdaderos responsables, la jornada escolar ya había terminado. Según la denuncia, la institución no activó ningún protocolo de emergencia, aplicando medidas inadecuadas para tratar las quemaduras. La menor fue asistida con hielo y gel frío, cuando en realidad esos métodos son contraproducentes para este tipo de lesiones.
 
La familia también denunció que, luego del incidente, la vicedirectora del colegio instó a los alumnos a borrar los videos que habían registrado lo ocurrido, en un intento de minimizar la gravedad de los hechos. La niña debió someterse a un largo tratamiento médico y psicológico para recuperarse de las secuelas físicas y emocionales que le dejó el accidente.
 
Las pericias médicas incorporadas a la causa confirmaron que la menor sufrió quemaduras de segundo grado en varias zonas del rostro y la cabeza. Si bien con el tiempo las heridas cicatrizaron, se comprobó que le quedó una cicatriz hipertrófica en la oreja derecha, además de un impacto emocional que afectó su autoestima y relaciones interpersonales.
 
 La evaluación psicológica indicó que la joven experimentó una baja en su autopercepción, dificultades para socializar y un cambio en su estado de ánimo. Incluso se cambió de escuela y abandonó actividades recreativas que solía disfrutar antes del accidente.

El juez interviniente consideró probado que la docente actuó de manera negligente al realizar el experimento en un aula común, sin las medidas de seguridad adecuadas y sin prever los riesgos de manipular un material inflamable en proximidad de los alumnos.  

También determinó que el Estado debe responder de manera objetiva por los daños sufridos por los estudiantes dentro del ámbito escolar, dado que la menor estaba bajo su tutela al momento del incidente. La sentencia , que aún no está firme, fijó una suma de dinero en concepto de indemnización.