DISCULPEN MI IGNORANCIA

LA JUSTICIA ES IGUALITARIA PARA TODOS?

leandro martinez

El titular de la Fundación Apostemos a la Vida Leandro Martínez, expreso su reflexión como todo ciudadano o ciudadana se pregunta sobre diferentes actuaciones de la justicia, porque me ronda en mi mente. ¿La justicia es igualitaria para todos? ¿La justicia en estos últimos años en todos los niveles provinciales, nacionales y Federales premia con sus típicos argumentos jurídicos a los más poderosos del Poder Económico, Político y del ámbito profesional?

Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden? Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes? ¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?

Es incomprensible entender por qué la justicia es ciega de un solo ojo? ¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores que roban medicamentos, los que violan menores, los abusadores sexuales, los que le roban al Estados.  ¿Por qué son intocables?  Parecería que tienen una franquicia que les permite que sean generosos con ellos?

¿Es justo que la justicia, solamente condene a los más vulnerables como una forma de ocultarlos en cárceles que son depósitos humanos?  Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de "crimen organizado"? Pero no demandan castigo contra los que les destruyen la salud y la vida a miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

 Los clamores claman contra los asesinos, violadores y la violencia de género, pero cuando hay abusos y violaciones de menores, miran para otro lado.  ¿Será que esas víctimas que sufren las atrocidades viven en barrios populares y nadie se hace eco? Y uno se pregunta: ya que un cierto sector de la sociedad o justicieros piden penas  de muerte, ¿por qué no exigen las mismas penas contra la injusticia social?

En el mundo cada minuto mueren quince niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres? ¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles todo el día y DISCULPEN MI IGMORANCIA, que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?

Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.

¿Quiénes son lo que justifican la represión policial para condenar a los pibes de los barrios populares? La justicia actúa correctamente o está cómoda en sus despachos esperando los informes policiales? ¿Qué tal si condenamos a los poderosos a cumplir penas efectivas? Que temor tiene la justicia de condenar a quienes  disponen de un Poder importante en la sociedad?  ¿No sería sano acabar con esos privilegios?

 En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que ese país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo era, traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos.

Estamos  acostumbrados  ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea? Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia? ¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de los poderosos?

En El Salvador, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia en varios casos, es  como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. El murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento. ¿No es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia? A veces terminan mal las historias de la Historia; pero ella, la Historia, no termina. Nunca hay que abandonar la lucha contra los injustos que imparten “justicia”. Hay que decirles estamos presentes. No se confundan subestimando a los ciudadanos y ciudadanas vulnerables.