
La actuación del equipo olimpico argentino en Tokio ha implicado un claro retroceso con lo sucedido en Londres 2012 y en Rio 2016. El paso atrás no es una mera casualidad. Es cierto que las restricciones impuestas por la pandemia pudo haber influido, pero eso le ocurrió a varios deportistas en el mundo e igual fueron medallistas.
Entiendo que el retroceso hay que buscarlo en la reforma tributaria del gobierno nacional anterior, que, en el 2017, eliminó el impuesto del 1% sobre los abonos de telefonía celular, recaudación que se destinaba a sostener el fondo del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) modificándose el modelo de financiamiento del deporte nacional, pasando de tener autonomía cierta a depender de la voluntad eventual expresada en cada Presupuesto nacional anual, con todo lo que ello implica.
El fondo en cuestión era un fondo adicional y complementario que el Estado destinaba al deporte.
Ese fondo daba al deporte de alto rendimiento su financiamiento autónomo del Estado y de los gobiernos de turno y sustentabilidad en el tiempo para que los deportistas desarrollarán todo su potencial independientemente de los avatares políticos y legislativos que implica la discusión anual de cada ley de presupuesto.
El ENARD y sus atletas evidenciaron lo acertado de la decisión en las dos olimpiadas anteriores a Tokio.
Lamentablemente el gobierno de Alberto Fernández no restituyó ese fondo y los resultados están a la vista.
Por ello es fundamental el compromiso de todas las fuerzas políticas, que en 2009 votaron, casi en forma unánime su creación, decidan en forma urgente la restitución de este , para retomar el rumbo del deporte de alto rendimiento en la Argentina que evidentemente en Tokio se perdió. De no hacerlo veremos a nuestros deportistas seguir penando para crecer y llegar a tener logros deportivos. La pandemia no es excusa, la decisión política está en sus manos señor presidente.