Cerati: un eco desde el más allá

La promesa del “regreso” de Gustavo Cerati en el show Ecos de Soda Stereo plantea una pregunta inquietante: ¿qué vemos cuando vemos lo que ya no está? ¿A quién vamos a aplaudir? Un espectáculo inquietante en el que está presente la idea de la muerte, el duelo, el arte y la memoria.

Interés General30/11/2025
SODA STEREO

En marzo de 2026, Buenos Aires será testigo de un acontecimiento que desafía los límites del tiempo y del cuerpo: el regreso de Gustavo Cerati al escenario, mediante tecnología de última generación, junto a Charly Alberti y Zeta Bosio. El espectáculo, titulado "Ecos", no será una reunión convencional ni un tributo con invitados. Será una sincronización precisa entre registros de giras pasadas y ejecución en vivo. 

La pregunta no es técnica, sino ontológica. Lo que se verá en el escenario, a quien se verá en el escenario, será una suerte de reproducción a partir de todas la imágenes del cantante. En ese gesto, la tecnología deshace lo definitivo. Cerati aparecerá tal como era hace veinte o treinta años, intacto, mientras el mundo envejece a su alrededor. 

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La escena es perturbadora: habrá miles de personas reunidas para ver a alguien que ya no vive, que no envejece, que no responde. Un cuerpo sin cuerpo.  

La imagen proyectada no será una simulación cualquiera. No se trata de un actor interpretando a Cerati, ni de una voz intervenida. Será él, pero en diferido. Como escribió Jean Baudrillard, “la simulación ya no es lo que oculta la verdad, es la verdad la que oculta que no hay ninguna”. "Ecos" no solo revive a Cerati: lo convierte en archivo reproducible, en reliquia digital, en santo pop.

La música ya ha ensayado este tipo de reencuentros. El cuarteto sueco ABBA en Londres con Voyage, Tupac en Coachella, Michael Jackson en los Billboard. También Edith Piaf, María Callas y Roy Orbison han sido devueltos a escena como espectros digitales. En Japón, el fenómeno de Hatsune Miku —una cantante virtual sin cuerpo ni biografía— lleva años llenando estadios. Pero cada vez que un ídolo regresa como imagen, se reactiva la incomodidad: ¿quién decide qué dice un muerto? ¿Qué parte de su vida se conserva y cuál se edita?

El filósofo surcoreano radicado en Alemania, Byung-Chul Han, conocido por su crítica a la sociedad contemporánea, advierte en "La sociedad de la transparencia", que “la transparencia elimina toda negatividad, todo misterio, toda profundidad”. En ese régimen, todo debe mostrarse, todo debe ser visible, todo debe ser funcional. El holograma de Cerati será perfecto, pero no imprevisible. No habrá error, ni temblor, ni contradicción. Solo repetición. Y sin embargo, el público aplaudirá. ¿A quién?

Jean Baudrillard lo anticipó: “La simulación ya no es lo que oculta la verdad, es la verdad la que oculta que no hay ninguna”. Lo que aparece en escena no es Cerati, sino su versión reproducible. Un archivo que canta. Un espectro programado. Walter Benjamin, en su célebre ensayo sobre la obra de arte, advertía que “la unicidad de la obra se desvanece en la era de su reproducción técnica”. El holograma, en su perfección visual, borra la fragilidad que hacía única cada interpretación. No hay error, ni temblor, ni contradicción. Solo repetición.

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"Ecos" puede ser tanto un prodigio tecnológico como una reunión perturbadora. Un ritual de duelo colectivo, donde miles de personas se congregan para ver a alguien que lleva once años muerto, embalsamado en el tiempo, mientras sus compañeros de ruta envejecen. La escena recuerda al cuento “La paciencia”, de Tomás Downey, donde una madre reanima a su hijo muerto y lo recibe con secuelas físicas y emocionales. El cuerpo vuelve, pero el vínculo se fractura. “Como si el tiempo se hubiese roto y quedaran una serie de momentos inconexos”, dice ella. Lo que regresa no es lo que se fue.

El episodio “Be Right Back”, de la serie distópica "Black Mirror", que emite Netflix, explora esa misma inquietud: una joven reconstruye digitalmente a su pareja fallecida, primero como chat, luego como voz, finalmente como cuerpo sintético. El resultado no es consuelo, sino extrañeza. Lo que vuelve es una versión funcional, sin misterio. ¿Qué tipo de amor resiste esa repetición?

La tecnología puede deshacer lo definitivo, pero no lo irrepetible. Cerati volverá, sí, pero no como cuerpo que respira, sino como una imagen que persiste, ajena a todos lo que ha ocurrido en el mundo desde que murió. Y en esa persistencia, se juega algo más que la nostalgia: se juega nuestra relación con la muerte, con el arte, con el tiempo. ¿Queremos que nuestros ídolos vivan para siempre, aunque eso implique convertirlos en espectros programables? ¿Qué recordaremos de ese show? ¿A quién? 

Escrito por:
 
VERONICA BONACCHI
Jefa de Redacción Revista CUAD

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